En toda su grandeza terrible...
Quien lloraba de la indiferencia humana,
Pero nunca ha sido indiferente a alguien.
El amanecer llega al quien estaba en el camino,
Sin saber el cansancio, ni la pereza.
Quien, habiendo desfallecido, caía a las rodillas,
Pero se levantaba, continuaba ir...
Y, agarrando la voluntad en los puños,
De repente encontraba un campo de manzanillas,
Y, ahogandose del dolor enorme,
Las palmas escondía en los pétalos de flores.
Al quien, habiendo enterrado sus sueños,
Y, habiéndolos recordado, caminaba adelante.
Quien podía, entre la traición y la falsedad,
No perder la pureza del alma.
El amanecer llega al quien creía en la luz.
Absurdamente,
Hasta último suspiro...
Pero - creía.
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