2014/09/11

KYOTO. EL ARULLO DE LUCIÉRNAGA EN EL JARDÍN JAPONÉS.

KYOTO.  EL ARULLO DE LUCIÉRNAGA EN EL JARDÍN JAPONÉS.

La luciérnaga aparece en la vida de cada uno, quien ha sido perdido en la obscuridad de la vida. La luciérnaga lucha con tu silencio frío … hasta que alguien  de las dos no desaparezca: La luciérnaga…  o la vacuidad en tu alma.

Parte I.  En la vacuidad de mí.


Dejado en la resonancia del silencio, en el centelleo de los planetas lejanos, y si nosotros atropezamos, dònde está aquella voz que nos levanta?
Dònde está aquella luz, a  la cual aspiramos en la obscuridad?



         El jardín estaba mojado por la lluvia de la mañana. En el campo  los niños jugaban en el fútbol. A lo largo de las avenidas chorreaba tibia luz  a  las mesas de madera, donde frecuentamente los viejitos jugaban en Gomoku. Y en este milagroso  y afable dia, yo estaba sentado en una de esas mesas, pensando del juego que me tocaba jugar conmigo mismo.
Yo no ha notado, que por descuido movi  una ficha – una  piedrecita de la tabla, que se cayo de la mesa directamente a una charca. Un poco gimiendo, me levante, he hecho un par de pasos y me incliné hacia charca para recoger mi piedrita blanca. Cuando el agua se ha tranquilizado un poco, yo pude ver mi  reflejo. Me miraban dos ojos, las  arrugas en la cara ... yo vi a mi, vi un viejito - anciano decrépito, de los años 75, los cabellos canosos, un color  ceniciento de la cara con el sonroseo pequeño. Y Asi, mirando a mi reflejo estaba pensando: "mis ojos y esta mirada, no se ha cambiado desde el aquel día, cuando yo …"
De repente, mis pensamientos se  interrumpieron, en el reflejo del agua estaban  yo y una muchacha,  que atentamente miraba a mi, o simplemente yo estaba pensando asi y ella basicamente estaba viendo algo en la charca.
Su carita era seria, o, mas bien,  triste.
Yo saqué  la piedrecita y me senté cerca, justo al lado de  la charca, y ella se acerco a mi, sentando frente a mi.
- Perdon, tenia curiosidad, a que  estabas viendo allí – me pregunto la muchacha.
- Yo estaba viendo mi juventud,  pero te he visto a ti  – respondi yo
-Hmm – ella se ha sonreído un poco
Y yo estaba sentado ahi, en este momento… la miraba, en su mirada había algo  que ya hace mucho no vi en mi … la vacuidad.
 La muchacha simplemente estaba observando algo en mis ojos
- Cómo? – habiendo suspirado, pregunto ella – cómo usted, habiendo vivido hasta su edad y no perdio esta luz?
Un minuto después le respondi - Quieres jugar en Gomoku?
Ella se levanto, sin decir una palabra. Nos hemos sentado a la vieja mesa de madera, y yo puse las piedrecitas sobre la tabla. Se empezo a gotear, la lluvia calida, pero ella no se levanto su cabeza hacia al cielo, sólo tocó el cabello, quitando  de algunas gotas, y hizo el primer paso en el juego.
Recuerdo bien esta mirada – comence yo, moviendo despacito piedritas. – en aquel tiempo yo tenia 35 años, era joven y no he pensado de mi reflejo en el espejo. Esa historia me ha pasado hace muchos años, cuando  todavía vivía en Tokio, y lo que pasó conmigo  me ayudó a ver las cosas en otra manera.
Y tras de la lluvia, comence mi historia .
***
La madrugada. Tokio.
El apartamento en la parte occidental de la ciudad, la cama fría y yo … los sonidos del  radio me despertaron.
«El martes con el aroma del lunes. El servicio meteorológico nos promete la lluvia caliente con los vasos de besos. Sería genial permanecer sin paraguas … Buen día a todos, madrugadores!»
Radio DJ continuaba a decir algo, y yo queria ver la hora en mi despertador. Las 6.30 de la mañana. Yo de nuevo acoste a la almohada, mirando al techo. Así me la pase acostado algunos minutos, escuchando una melodía del radio y  tratando no fijarse al texto de la canción, me sentía muy extraño. Ya era hora de levantarse e ir a trabajar. Yo no sabía que es esto - el descanso … casi no sabía. La mañana regular del martes:  levantas,  vistes,  bañas, preparas un desayuno, siempre un jugo y dos sándwiches, a veces huevos.
Me sentaba en el tren de metro y llegaba hasta la última estación y callando iba caminando hasta trabajo que se encuentra  en 10 minutos del metro, caminando a pie. La oficina, las mismas caras ... tristes, igual, como la mia, las conversaciones inútiles, el café aguado, papeles, llamadas, de nuevo papeles, hora de comer … se reunimos en una area para fumar, de nuevo las conversaciones inútiles vacías, las historias del finde, un café aguado y a veces la comida del restaurante cercano … y de nuevo los papeles, llamadas … hasta que llega la tarde.
Cerrando la puerta, salgas. Alguien se va a la casa, alguien sale a los bares a descansar, alguien  va a los refugios nocturnos de Tokio, y bien, sabes, son especiales, es una capsula para acostarse y dormir, ni mas ni menos …  y yo ... hmm, sabes, yo siempre iba al metro, se sentaba en el tren, miraba a las personas en el. Alguien estaba dormido, alguien comiendo o leyendo. A menudo  observaba los adolescentes, son tan pintorescos, a diferencia de las hormigas grises, nosotros -  adultos, sonríen, galantean. Sí, lo mas que  me gustaba es observarlos, ellos me dan algo como un sorbo del aire libre, aguando mi realidad, y, quiz ás, simplemente me acordaba  de mi y yo extranaba por aquel tiempo, edad, cuando me parecía que libertad esta en mis manos. Ya que en 17 años no hay miedo, no sientes el dolor, y para ti no es importante, en que estas vestido, simplemente te vistes  por tu humor, como te dice tu alma.
Así yo llegaba hasta la casa, visitaba una cafetería, que esta en primer piso de edificio donde yo vivia, compraba la comida y volvía al departamento. Habiendo acabado con la cena, me acostaba a  mi sofá junto de la ventana y leía un libro, yo tenia una regla, obligatoriamente leer un libro por una semana, solamente escuchando  los pensamientos y el silencio de mi apartamento. Me imaginaba todo lo que era escrito en el libro, así, me parecía, yo vivo.
Mis padres son de Inglaterra, mudamos a Japón ya hace muchísimo tiempo, contra   las tradiciones de mi familia, mi mamá y papá me han dado un nombre japones – Ayko! Hmm, curioso, que se traduce algo como un niño dulce. Ja! Vaya … dulce!
Pero yo soy solamente una persona simplemente gris, que vive en una ciudad enorme, simplemente un idiota! Un idiota, porque se han permitido seguir al corriente de la rutina, en vez de ir por mi propio camino. A veces, cierro mis ojos, tratando de olvidar el dolor de cabeza, que empezaba a molestarme cada vez más, e imagino que voy en un flujo con las mismas hormigas grises, igual que yo, por una de las calles de Tokio. Y al instante, me he imaginado que me paré, y las demás, son como los peces en la jamba fluyen con una velocidad igual. Pero solo yo,  estoy parado y no se muevo, miro a la banqueta polvorienta y me fijé que ahi está una flor,  que se está tratando de cazar unos rayos del sol, que casi nunca llegan a la tierra. Ahogando, yo estaba tratando de escapar de este rio, de personas que fluyen y fluyen con ojos vacios,  pasando a través de la muchedumbre, tratando de aspirar a la flor, en la cual haya mi salvamento, me parecia en este momento. Y solamente allí, estando en el borde y mirando a este pequeño milagro de la naturaleza, comprendo que el tiempo detuvo  el paso, se congeló, y veo que alredador  de mi todo está corriendo con una velocidad enorme. Y me salvé, y con terror en los ojos, veo donde estaba yo, que yo era parte de esa mezcla…. asi pasaba mi vida.  Yo necesitaba este descanzo, simplemente, tenía que  salir del camino para reconocerme, que es tan importante para mi … cambiar algo. Pero mi dolor de la  cabeza, de nuevo  me devolvía en la realidad, y no podia dormir mitad de noche, y en  la mañana de nuevo un desayuno, metro, trabajo, así vivia hasta aquel día, cuando al fin decidí "salir del camino".
Recuerdo claramente aquel día nublado. La tarde del viernes, regresaba del trabajo, esta vez el dolor de cabeza no me dejaba ni por un minuto, estaba caminando como si en la niebla, a través de las calles ruidosas hasta la estación de metro. El semáforo y luz roja, delante de mí iban velozmente coches, los luces multicolores de la ciudad nocturna, conversaciones y risas de las personas … cerré  mis ojos, sentí que yo no existia aquí, que  soy no aquel Ayko que ahorita quiere estar en la casa, tomar  un té de tarde y leer un libro, acostado en la sofá. Pero habiendo abierto los ojos, de nuevo me encontraba en el ruido de las calles, rodeando por todas partes con la gente, con la cual ya estaba cruzando la calle, dirigiendo a la entrada del metro. No sé que, pero algo me ha hecho de nuevo pararse, oí una voz del niño, me volteé, у  he visto  un muchacho, que repartia unas flayers de publicidad. El se acercó y rápidamente me dio en la mano un papelito y se ha desapareció en la muchedumbre. Eso era simplemente una tarjeta postal con la publicidad de la tipografía local, y en la portada tenia una foto de Kyoto antiguo. Yo estaba mirando a esa imagen atentamente, a  las callecitas tortuosas, a los árboles y a las personas, en el mismo instante, tenia tantas ganas ser una parte de esto, allí todo era tan tranquilo, es atrayente, pensaba yo.
Doblé  esa tarjeta postal y  la metí en el bolsillo de la chaqueta, después me bajé  al metro, en el mismo instante, ya sabía a donde querría ir ahorita. Llegando al centro de Tokio, y saliendo del tren fuí directamente  a la estación aeronáutica. En ese tiempo no habia mucha gente allí, solamente unos dos-tres decenas  de las personas, y más  los empleados que barren tristemente el suelo. Me fuí al primer cajero, yo esperaba llegar al tiempo y alcanzar a tomar tren hasta Kyoto. No me imaginaba que haré allí, donde llegaré, pero sabía,  que no quiero volver a la casa, por lo menos ahora.
Por la pura suerte  no llegué tarde al último tren, que salía en 10 minutos, a las 10 de la tarde, que llegaba al centro la Kyoto en medianoche. En el volante, que me dieron en el cajero, estaba un hotel «New Jankiu Kyoto», invitando todos los que deseen quedarse en la ciudad por un tiempo. El cajero amablemente me dijo  que en la estación se encuentra la parada de los autobuses y, que yo puedo ir donde sea comprando una tarjeta de transportes para un día.
Al fin ya estaba  en la estación, llego mí tren sinkansen. Me entré  volando en el cupe, y encontrando mi asiento cerca de la ventana derecha, a lo cual me caí, quería contemplar Fudziyama durante todo mí viaje. El tren se fue, y ya en unos segundos tuvo velocidad de 300 km/h. Es increible, la verdad! Pero estando adentro, esto no lo sientes! Tambien es estupendo y el viaje por los túneles, cuales hay muchisimos  al camino  de Tokio hasta Nagoyya. Ya comencaron a entregar la comida y las bebidas. Yo pedí un café y después de acomodarme en mi asiento, saqué mi libro, que aún no terminé  leer. Por el horario el tren debe llegar al centro de Kyoto aproximádamente en dos horas y yo tenía bastante tiempo para gozar del libro, café y  camino.
Mas o menos en media hora, oí la voz del conductor, él proponía a los que deseen, las revistas con  curiosidades de Kyoto. Pero en el cupe,  casi dormido, no reaccionaba a sus palabras. El muchacho con los audiofonos en dos asientos de mi, tranquilamente dormió, los extranjeros:  una mujer anciana con su marido tomaron la revista y hablaron  un par de frases en inglés con el conductor. La pareja jovencita que estaba  charlando  todo ese tiempo, sin haber prestado la atención que alguien se encuentra cerca de ellos.
Y yo también le pedí una revista, quise verla  por lo menos para orientarme  un poco, a donde moverse después. Viendo  primeras cinco páginas, en las cuales había pura publicidad, me llamó atención un artículo, en lo cual estaban diciendo acerca de los exelentísimos jardines  de Kyoto. Leí sobre jardines del monasterio Tofokudzi, y acerca del castillo Nidzio y, claro lo de un famoso dzhen-jardin - Rioandzhi, sobre aquel jardin leía hace mucho en la universidad. Y en general, quien no sabe , este Jardín de las piedras, que creaba las condiciones especiales para la autognosia, para el humor interior de la persona. Siempre me sorprendía  la arquitectura de esta creación: la superficie llana cubierta con las piedritas blancas, y sobre ellas están unos grupos de las piedras, son quince piedras, en general. En mi infancia, con mis padres estaba en Kyoto, y hemos visitado este jardín mágico. Recuerdo bien mis sensaciones, sentía la pureza y rigurosidad, impresión de la tranquilidad y un silencio inolvidable, equilibrio y  armonía. Es curioso,  no importa como y donde vas a moverte en este jardin: por la veranda a la derecha o a la isquerda, de quince piedras veía solamente catorce. Si es un misterio escondido! Siempre me sorprendía, que complicación inagotable se oculta detrás de algo tan lacónico, detrás de la simplicidad exterior. Por la leyenda, el grupo central de las piedras designa la familia de los tigres que estan nadando por el mar, y el jardín mismo visualmente se parece a las olas del mar, que acarician las rocas, o igual, las piedras eran como unos picos de las montañas, que asoman por el plumazo blanco como la nieve de las nubes, la multitud de imágenes me aparecía en la cabeza, todo dependía de mi estado interior. Me gustaba que en este jardín no hay nada que se cambia, que crece o que muere, algo, en que podía influir el tiempo. Y ahorita mirando a la foto  en la revista me  imaginaba este jardín, tal, como lo veía en mi infancia, como si estuviera aqui en el mismo tiempo, a la distancia de la mano extendida, y me sentía  granos de arena y podía ver que se esconde detrás de la envoltura exterior de los objetos. Yo sentía que estoy bajo del alto cielo, que soy una parte de todo esto, una parte de la naturaleza, me rocío la lluvia, me cubre con el velo de la nieve, y a la luz del sol, mi sombra se hacía mas azul-negro  y  se desapareciaba en la vacuidad del amanecer. El jardín, a pesar del estatismo imaginario, se cambiaba cada instante, junto conmigo, era fino e inconfundible, como si me disolvía en la naturaleza, en este jardín. En este momento me llegaron a la mente unas rimas de un poema de mi poeta favorito:« Mirando a la luna, me convierto en la luna. La luna, a la cual miro, se convierte  en mi ». Me casi cai en el sueño dulce, habiendo olvidado de mi dolor de cabeza, pero me ha impedido la risa,  aquella pareja se alegraba de algo. El dolor  ha golpeado  a mi cabeza con más fuerza, en los ojos ha oscurecido, pero en un minuto me reocupere. Un sorbo de café frío, y yo ya continuaba leer la revista. Mi atención era atraída por uno de los jardines - Sayjodzhi, sobre cual yo casi nada oía, solamente sabía  que es un Dzhen-Jardin más antiguo que los demás jardines en la historia. Es un Jardin que para mí siempre era cubierto con un gran misterio. En el artículo decían que este jardín cuenta con dos niveles: la parte inferior es un jardín de musgos  y tiene un lago, y la parte superior - un paisaje seco.
Mientras que yo más leía, más me imaginaba que dos Poderes principales de la naturaleza son sellados en aquel lugar, esta personificación del comienzo positivo y negativo, de masculino y femenino.
Estando asi,  reflexionando sobre los jardines, inesperadamente sonó el tren, me levanté, miré a la ventana, fue mi parada. Apresuradamente recogí  mis cosas y me corrí hacia la puerta de salida, el tren no tiene la costumbre de estar mucho tiempo esperando, hasta tren japones corre. Saliendo del cupe, me fuí al torniquete de la salida. Somnoliento celador  de la estación checo mis boleto y me dejo ir. Decidí  quedarse en el mismo hotel que me ha aconsejado el cajero en Tokio, ahora me urgía saber como llegar a ese hotel. Saliendo de la estación, resulta que encontre unos choferes de camiones y ellos me acompañaron a un lugar especial para el Taxi, encontrando un taxista, me subí al coche y nos fuimos al hotel. Yo estaba en el taxi frío,  no hubo mucho tráfico, que fue raro para mi, despues de Tokio, yo estaba observando el paisaje tras de ventana, sin ver prácticamente nada detrás de cristal, todo se juntaba en algo muy disforme y deslucido por los faroles de la calle.
- Ya estamos, es  aquí – tranquilamente me dijo taxista 
Le pagué y me salí en la parada, he notado que aquí estaba un hombre anciano, que refunfuñaba algo a si mismo bajo la nariz, por un momento me miró y de repente, de nuevo empezo a refunfuñar  algo. Detrás de la parada, en 30 metros, he visto un letrero del hotel, lo cual creo que se podría ver desde el cosmos, por una cantidad de focos y luces, hasta que un invidente lo encontrará. Cuando yo entré a dentro del hotel, en seguida,  un conserje me saludó, cerrando la puerta tras de mi. Detrás de recepcion había una persona joven de veinte años  y me sonreía.
Ah, bienvenidooo!  Ud quiere un cuarto con la vista a la ciudad o a la ciudad? - Me ha preguntado él y empezo a reír – me perdonen por la broma, simplemente quería  alegrarle un poco.
Me sonreí a la respuesta.

Gracias – respondí yo – un cuarto, por favor, con las ventanas con la vista al jardín
-Аааа sí, sí, sí, es lo que veo, usted es todavía mas  bromista – ha dicho balbuceando el muchacho y me dio las llaves del cuarto de número 703
– De aquel piso, y además con un telescopio, probablemente  verás los jardines de Kyoto, solamente este telescopio  no esta incluido en el costo del cuarto – habiéndome guiñado, ha dicho  administrador.
-         Genial! – respondí yo,  y me fuí al elevador.

Este nuevo hotel, probablemente, fue el único gigante aquí, ya que Kyoto nunca se distinguía  de las altas construcciones. Pasando por el pasillo largo, rápidamente encontré aquel cuarto, y entrando adentro, sentí como me ha golpeado a mi nariz un olor raro, eso pasa solamente cuando en un local cerrado no viven mucho tiempo. De prisa me acerqué a la ventana, y abriendola respiré aire fresco, con olores de flores y montañas. Pero me soprendió, que en la habitación no ha irrumpido el ruido de la calle, solamente un silencio extenso y el viento, que movia las cortinas. Me caí en la cama, y no he notado como ya estaba en los brazos de Morfeo.

2 comentarios:

  1. Me hiciste sentir lo mismo que el personaje. Me gustaron las imágenes que describes.
    Espero por la próxima entrega.

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  2. Gracias, Federico. me gusta describir los lugares, sentimientos de los personajes , todo esto ayuda a llevar al quien lee al relato, y por completo sentir lo que sienten mismos personajes

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