2014/09/13

PARTE II. LA OBSCURIDAD QUE ME LLEVA A LA LUZ


PARTE II.  LA OBSCURIDAD QUE ME LLEVA A  LA LUZ

Los días más oscuros en el año, claros deben hacerse por fin
Para la comparación, no encuentro palabras – tanto tus labios son tiernos,
Solamente los ojos no se atrevas a levantar, cuidando  mi vida tal cual.
Son más claros que las primeras violetas, y mortales para mí.

Taxi se paró al frente de la estación, yo pagué al taxista y salí del carro, con los pasos rápidos  me  acercaba a la entrada de central. La sombra de las ramitas de ciruela salvaje sobre mi cara  se disolvía en el susurro del viento y mis pensamientos. Un poco tocando con mi hombro a las personas que pasan de largo, veía sus sombras en los rostros, disuelto en el susurro del viento mis pensamientos, ya sabía que llegaré tarde al tren a Tokio.
Llegué a la plataforma solitaria, me sente al banco, yo deseaba no pensar en nada, habiendo dejado todos los pensamientos en la ciudad, deseaba sólo mirar a la plataforma desierta. Cubrí mi cabeza con un gorro, y escondí mis manos en los bolsillos, estaba mirando al reloj de la estación, que ya mostraba las 9 de la tarde. Y de repente, volteando mi cabeza, la ví, justo al borde de la plataforma. Moviendo, como si un velero por las olas, casi silencioso, sussurando con su vestido azul, ella, como si fuera un nube en este silencio polvoriento que bajó a la tierra. La chica se acercó a mi.
-         Hola – con una sonrisa ligera, ella me saludó, sentando al otro lado del banco
-         Hola – también la saludé en voz baja
En la plataforma lucieron los faroles, pero lo que he visto en estos ojos enfrente, era en mil millones de veces algo tan brillante, que un día solar en las cuestas de Fudziyama. Así hemos estado algunos minutos en el silencio pleno, llenando con la luz la vacuidad alrededor de nosotros.
El sonido del tren que se acercaba, se rompió aquel silencio, y ella simplemente agarró mi mano y hemos ido, han ido juntos, sin haber pronunciado ni una palabra, sin cualquier pensamiento , como si nos conocíamos ya un millón de años, como si ella simplemente llegó en este mundo por mi, y yo la esperaba, aunque éramos conocidos solamente unos minutos.  Saliendo de la estación, pasamos de lo largo de la calle,  acercando a  una cafetería, y nos paramos al frente de una de las vitrinas, la cual ella tocó, suavemente tocando con los dedos este  cristal, me parecía que sonaba la música en vez del dolor de cabeza que me siguió por todos lados. El movimiento de sus manos – es un baile eterno, la lengua del cuerpo, sin palabras hueras, que  gritaba:
Mira! Mira! Que noche tan hermosa!

Y yo simplemente miraba a ella, sonriendo, y ella es la única luciérnaga en este jardín de cristal.

-        Tengo un jardín favorito –  un poco tímidamente ha dicho ella - Quieres, mañana podemos ir para allá, te voy a regalar mis lugares favoritos.
Yo le respondi que si, y nos fuimos de aqui, su mano en mi mano.
Cruzando una calle, yo tomé un taxi, para regresar al hotel.
Allí yo encontré  el mismo conserje y el administrador, sin palabras  recogi mis llaves y nos fuimos al elevador. En el cuarto estaba todo arreglado, la ventana era cerrada. Nos hemos acostado en la cama, y yo estaba observando a ella, a su mirada, y yo tenia tanto miedo cerrar mis ojos, por  perderla, por miedo que si habro mis ojos ella ya no va a estar aqui, conmigo, que se desaparezca, que esto es nada mas mi illusión. Esta luz de sus ojos llegaba hasta la profundidad de mi alma, como si ella fuera una luciérnaga en la oscuridad tenebrosa de mi abismo interior, y ella simplemente acariciaba mi cabello y mi dolor  se desaparacia  junto con cada movimiento de sus dedos. Pero lo más que temía yo, fue que cuando abriré los ojos, desaparecerá ella. Imperceptible para mí, me caí  al sueño.
Por la mañana me despertó el canto de los pajaritos, abrí  mis ojos. La ventana ya estaba abierta, y sobre la peana estaban dos pajaritos azules.
- Es para suerte – ha dicho una voz femenina.
Moví mi cabeza  y de repente la ví … es ella, sí, aquella chica del ayer  estaba al lado de la cama, sonriendo con ternura.
No abrazarla en este momento, sería simplemente una tontería, estaba tan contento que ella esta aquí, al lado mío, que esto no fue un sueño.
-        Buenos días,  Luciérnaga – yo dije animosamente , mientras acercandome, metí mis dedos en  su cabello suave y fresco, sentí un aroma de hierbas del campo, manzanilla y lilia.
- Ja-ja,  buenos días, Ayko – riendose, dijo ella.
- Y bien, cuando iremos a mi jardín? – Tocando con los dedos mi frente, me preguntó ella.
Me he enterrado aún más profundamente en sus cabellos y ha respondido que sí, nos vamos en unos dos, tres, cuatro ... emmm ... minutos? horas??
Ella de nuevo sonrió, y riendose agarró mi cara en sus manos, mirando a mi con dos esos ojos enormes y profundos como el mar verde.
Así hemos estado acostado casi media hora. Alguien tocó la puerta y  me tuve que levantar.
-        Quién es? –  pregunté, acercandome a la puerta
Tras de puerta me respondió una voz baja - Es servicio de limpieza de los cuartos, quería solamente preguntar si en una hora podria empezar  la limpieza en su cuarto.
-        Claro…
Y en fin, tuvimos que levantarnos e irnos de aqui. En una media hora ya estabamos listos para salir.  Nos hemos bajado al primer piso y estando en la entrada de hotel, tratabamos encontrar un taxi.
- Tu me digas a donde nos vamos - sonriendo le dije yo
- Aha - respondió ella, mordiendo una pera, que sacó de su bolsa. y me dio una manzana verde.

Se acercó el taxi.



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